viernes, 1 de junio de 2007

El corazón de la hinchada.



El uso del bombo en las barras latinoamericanas está influenciado por dos posibles acontecimientos. El primero de estos se relaciona con la utilización de instrumentos de percusión por parte culturas indígenas prehispánicas, fabricados con diversas materias primas que la naturaleza les suministraba y utilizados para acompañar cánticos rituales. Por otro lado, la incorporación del bombo en las bandas de guerra, cuya función es marcar el paso de los soldados en el campo de batalla, ejercicios o desfiles, así como también señalar el compás que los demás instrumentos deben seguir.



En el cuerpo humano, es el corazón el encargado de bombear la sangre que circula por nuestras venas y por medio de las pulsaciones sabemos si esta función se está realizando normalmente o no. En las barras, es el bombo el encargado de pautar los ritmos a seguir, de indicarnos los tiempos de las canciones, de señalarnos cuando saltar o usar las palmas y muchas veces sirve para introducir el grito característico de cada agrupación. Sin el bombo, cada integrante cantará el tema como le plazca, produciéndose un desorden total, que conducirá a la ininteligibilidad de lo que se quiere expresar. Por otro lado, si el o los ejecutantes, no marcan correctamente los tiempos, puede que los barristas se cansen o desmotiven anticipadamente, lo que mermará tarde o temprano el desempeño del grupo.

“Los Rojinegros” comenzaron utilizando bombos prestados por otras agrupaciones o instituciones. Recuerdo el del equipo cestero Español de Talca, el del Liceo Industrial y uno proporcionado por Pablo Obando, y que tarde o temprano se deterioraban por el ajetreo o el uso de mazos improvisados. Por el año 98, el plantel de entonces, comandado por el capitán Ricardo “conejo” Diaz, proporcionó la suma de $100.000 para la adquisición de uno propio y como en el mercado local no había ese tipo de implementos, un maestro chasquilla de la población Manso de Velasco fue el encargado de fabricar un bombo que duró menos que bombita de agua en verano, apodado desdeñosamente por las barras bravas capitalinas como “la sopaipilla”. Posteriormente, uno que otro bombo de batería o batucada intentó suplir la carencia que ha caracterizado a nuestra agrupación desde sus orígenes. El que se utiliza actualmente fue comprado a la “Barra Oficial” a muy mal precio, apurados ante la amenaza de que iba a ser vendido a una de las barras chillanejas. Los encargados oficiales de inyectarle vigor al instrumento son: Emilio Records y Rodrigo Trujillo, el primero nos sorprende partido a partido con originales interpretaciones, el segundo se enajena y lo golpea con la energía de un conejo duracell, como si se fuese a acabar el mundo; hay que señalar que ninguno de los dos es de contextura gruesa como la mayoría de sus colegas.


Para finalizar, propongo que lo antes posible iniciemos las gestiones para adquirir un bombo nuevo, ya que, ante el sustancial crecimiento que nos ha caracterizado los últimos años, el instrumento se ha vuelto obsoleto, primero porque no está en buenas condiciones ni afinado correctamente y segundo porque no se escucha en todos los sectores de la barra, pese al monumental esfuerzo que ponen nuestros incondicionales ejecutantes.